La Biblia es la Palabra escrita de Dios, inspirada por el Espíritu Santo y centrada en Jesucristo, la Palabra eterna. Es una revelación progresiva que guía, corrige y transforma, y debe ser entendida como una narrativa unificada entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Como autoridad final en la vida del creyente, no solo debe ser leída, sino vivida y predicada.
Escucha esta lección:
¿Por qué estudiamos las Escrituras?
Muchas veces seguimos tradiciones sin entender su significado.
Así como aprendemos a levantar las manos en adoración o a llamar “hermano” a otros creyentes, también debemos entender qué son Las Escrituras y por qué son fundamentales en la vida cristiana.
La Escritura vs. La Palabra Eterna
La Biblia no es una persona, sino la palabra escrita de Dios.
Jesucristo es la Palabra Eterna de Dios (Juan 5:39).
La Escritura testifica de Cristo, pero no es Cristo.
Si divorciamos la Biblia de Jesús, pierde su poder y propósito.
Las Escrituras fueron dadas por el Espíritu Santo
El Espíritu Santo habló a través de los profetas y apóstoles (2 Pedro 1:19–21).
Él es el autor principal de la Biblia.
La revelación progresiva de Dios
Dios se ha revelado a través de:
Hechos directos (Ej. Edén, Sinaí)
Sueños y visiones (Isaías, Daniel, Juan)
La encarnación de Cristo
Las Escrituras
La autoridad de las Escrituras
Es la autoridad final en fe y práctica para la Iglesia.
No está sujeta a interpretación individual o emocional.
No añadimos ni quitamos revelación: la Biblia es completa.
El Antiguo & Nuevo Testamento
El Antiguo prepara el camino, el Nuevo revela a Cristo.
Ambos son uno solo: una narrativa unificada.
San Agustín: “El Nuevo Testamento está escondido en el Antigou, y el Antiguo Testamento se revela en el Nuevo”.
La inspiración de las Escrituras
Toda Escritura es inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16).
Fue escrita por hombres reales, bajo la dirección del Espíritu Santo.
Aun así, es inerrante — sin error.
Aplicación: ¿Qué hacemos con la Palabra?
Predícala (2 Timoteo 4:2)
Vívela
Es una carta de amor de Dios para su pueblo.
Es suficiente para guiarnos en doctrina y fe.